Con el avance de la edad, el cristalino, esa parte del ojo que actúa como lente y nos permite enfocar los objetos a nuestro alcance, pierde elasticidad. Esa rigidez del cristalino suele aparecer a partir de los 40 años y es lo que conocemos comúnmente como vista cansada o presbicia.

El conjunto de síntomas que hacen aflorar ese posible diagnóstico suele centrarse básicamente en la sensación de fatiga visual. Comienza con la imposibilidad para enfocar los objetos cercanos, que nos obliga a alejarnos unos centímetros para poder verlos nítidamente, tanto con los textos como con imágenes de pequeño formato. Es frecuente también que, precisamente por esa necesidad de forzar la vista para ver de cerca y enfocar, se sufran dolores de cabeza, exceso de lágrima o sensación de sequedad o escozor en los ojos.

Antes de entrar en los diferentes consejos para mejorar la vista cansada, conviene dejar claros dos conceptos: la vista cansada o presbicia no se puede prevenir, y tampoco tiene una cura definitiva. Por tanto, podremos hablar a lo sumo de cómo mejorar la precocidad en el diagnóstico y, en su caso, aplicar remedios para ‘corregirla’.

Cómo se diagnostica la presbicia o vista cansada

Como ya hemos adelantado, los síntomas referidos, junto con la confirmación de la edad del paciente, pueden dar pistas al especialista oftalmólogo. Pero como en todas las especialidades, el examen ocular por parte del médico es inexcusable para poder confirmar un diagnóstico certero.

De hecho, las asociaciones del sector recomiendan que, además de realizarse inspecciones oculares rutinarias cada 5 o 10 años para pacientes sin otras sintomatologías, a partir de los 40 años las visitas a la consulta del profesional se realicen cada 2 a 4 años hasta los 54. Posteriormente, se programen una cada 1 a 3 años hasta los 64, y a una cada 1 o 2 años a partir de esa edad. Todo ello en ausencia de síntomas que pudieran revelar otros problemas.

El examen que se realiza por el médico oftalmólogo se basa en un estudio ocular básico y una evaluación de la refracción de ambos ojos. Para esta última práctica se suele invitar al paciente a utilizar diferentes lentes y realizar tareas de lectura y enfoque, y permite evaluar si existe un problema de presbicia, de miopía, hipermetropía o astigmatismo.

En el caso del examen ocular básico, que verifica la salud general de los ojos, se utilizan gotas para dilatación, efecto que provoca problemas de sensibilidad hacia la luz que desaparecen en unas pocas horas. Con la dilatación se facilita la inspección interior de los órganos a examinar.

Tratamientos para mejorar la vista cansada

Como ya hemos explicado, la vista cansada no se cura o erradica, pero existe un elenco de tratamientos que pueden mejorar los perjuicios causados al paciente, compensando los problemas para enfocar objetos cercanos y la sintomatología asociada por forzar la vista para hacerlo.

Entre los más habituales, destacaremos, obviamente, el uso de lentes o anteojos correctivos (lentes) o lentes de contacto (lentillas). Pero también puede tomarse la decisión de someterse a una cirugía refractiva o incluso proceder a utilizar implantes de cristalino. En ambos casos, el tratamiento puede completarse con la aplicación de productos tópicos, como gel oftálmico, ungüento oftálmico, o gotas oftálmicas lubricantes, bien para el alivio de los síntomas, bien para el proceso post-quirúrgico. En NTC-Pharma disponemos de un amplio catálogo de estos productos para la salud ocular al servicio del sector oftalmológico, tanto para aplicaciones tópicas como en el área de antibióticos y antiinflamatorios con receta médica.

Las gafas convencionales para vista cansada o presbicia, denominadas de ‘venta libre’ o sin receta, son la fórmula más sencilla y económica, e igualmente segura, de corregir este problema. Pueden ser adquiridas en ópticas, farmacias y parafarmacias, y en otros tipos de comercio generalista. Como en cualquier otro producto, pero especialmente con los que puedan afectar a tu salud, te recomendamos que te guíes por los consejos de tu médico especialista a la hora de adquirirlas. No sólo por asegurarse de que las lentes tienen el aumento adecuado a tu vista, sino por evitar correr riesgos innecesarios adquiriendo productos no homologados o sospechosos de no estarlo.

En ocasiones, el oftalmólogo habrá descartado estas lentes de venta libre para ti, por motivos variados, o concretamente porque ya utilices lentes de contacto para otros defectos de la vista como la miopía. En tal caso las opciones de lentes ‘recetadas’ por el médico variarán entre:

  • Lentes ‘de lectura’ recetadas: con su correspondiente asignación de aumentos. (sólo para leer o actividades de
  • Lentes progresivas para trabajo o labores de oficina.
  • Lentes bifocales, trifocales o multifocales en función de los puntos de enfoque que se quieran mejorar o corregir (cerca, distancia intermedia, o lejos).

En cuanto a los tratamientos quirúrgicos, los más habituales o generalizados consisten en:

  • Cirugía refractiva, bien mediante cirugía ocular ‘Lasik’, bien mediante distintas queratoplastias (conductiva, fotorrefractiva o subepitelial, también conocida como ‘Lasek’
  • Incrustaciones corneales: que son reversibles pues consisten en la implantación de un anillo plástico.
  • Lentes implantadas: sustituyendo el cristalino del ojo por una lente sintética.